viernes, 16 de agosto de 2013

Cantaleta

"La cantaleta es la máxima expresión del alma" Patrick


Ahora me encuentro a la víspera, nuevamente, de lo desconocido. De la angustiante sensación de lejanía. De no tener un lugar mío… que considere mío. Y es que pocas veces lo he sentido. Deudas me acechan, deudas pasadas. Deudas económicas, deudas morales, con el gobierno, con mis enemigos, hasta con mis amigos. La deuda conmigo es escribir. Pero... el maldito dinero. Sí, tendré que entrar, sobrevivir, sobrevivir, sobrevivir y sobrevivir ¡Basta de esa palabra! Solo quiero un rincón donde pueda entregarme “al don de la abstracción” al menos por un instante. Tanto miedo me da... afrontar el tener que trabajar en lo que sea. Pero en el fondo también lo deseo para no estar creando cordones a vientres de madres regadas por ahí. No quiero tampoco ser piedra pesada en este puñado de amigos que tengo. Jóvenes, no aguanto mucho a los adultos y su “no hagas esto, no toques, dinero, camioneta, etc” Hecho a imagen y semejanza de dios: creen que se las saben todas. Y su excusa es la edad. No tengo la menor duda de sus experiencias, pero que no me las impongan, yo quiero vivir las mías e intentar, con voluntad animal, no salir del basto reino y convertirme en algo tan despreciable como eso... espero no sea imposible. Sé e intento convencerme de que ningún trabajo es lindo, menos en una ciudad. Que me toca arriesgarme a cualquier madriguera de mala muerte. Pero, mire chinito, estos hijuepútas eso es lo que buscan: que usted se rinda a sus pies y caiga en ese tire y afloje de ser, aparentar, y sufrir por “ordenes”. Eso ya lo sabía ¿cómo no ser un miserable moral? ¿Cómo no tener un alma carcomida por la máquina de los días y noches llenas de miedo? Intentando olvidar y caer en el desmayo, marchito… ¿Cómo no comerme al prójimo? ¿Cómo sobrevivir cuando padeces de miedo? ¿Cómo ser un valiente cuando tanto cobarde saca sus manos grises bajo la tierra en la que viven y te halan, y te arrastran, y se esfuerzan solo para hundirte en su miserable podredumbre? Yo me siento caer, sin oponer mucha resistencia. Ya ni sé cómo luchar. No sé si sea una mano que persigue mi rostro, para donde mire, buscando la oportunidad diaria de cachetearme. Y dime ¿Cómo putas mantener la esperanza? ¿Ah? ¿Acaso es posible o son puras mentiras, autoengaños? Si es verdad que a la nada le tememos por desconocerla ¿cómo le damos forma para conocerla y dejar de temerle? Ya ni sé si uno pueda darle la forma a su propio vacío. Chinito, no se preocupe tanto. Mire chino, yo creo que va bien. No piense tanto. Siempre estoy inconforme, pero intento creer que nada pasa... no pensar... Que todos me sobrepasan. Y yo, sigo estancado. Que poco he hecho por mí mismo (exceptuando estas ingenuas y sosas palabras). Y que no disfruto. Chicos, escuchen el concejo que les tengo: primero yo, segundo yo y tercero yo. -Profe, pero... pero... pero...

 ...¿Y qué si intento por cuarta vez entrar a un claustro universitario y salir un poco más de mi ignorancia? Ignorar menos cosas para seguir el camino incesante...  No, no creo que lo haga. He tanteado este terreno una y otra vez para llegar en este momento, creo yo, a entender el "porqué" que me causa la sensación de rechazo que desencadena la angustia de quedar en medio de una "nada", donde no se ven más caminos. He logrado, en gran parte (honestamente te digo que no toda), deshacerme de esta concepción que dice que solo "eres alguien" (como si ya no lo fueras) si estudias en la universidad. Como si el conocimiento institucionalizado fuera el único camino posible de aprender. Hablaba con un amigo una noche -tras una visita mía a una iglesia buscando un rincón para huir del ruido y encontrar algo de silencio- y le decía, dándome cuenta de esto en dicho momento (que por cierto no tuvo nada de silencio) que la gente suele brindarle el mérito de tener una experiencia religiosa a la Iglesia o religión; y creen que es la institución la que logra que esto suceda y no su necesidad y búsqueda -natural- de abstracción y cultivo del espíritu. Y no es que crea que estén errando (si se hace con consciencia) de camino, solo que no es el mío. Y creo que al igual que las instituciones religiosas, las instituciones del conocimiento no son el único camino para llegar al entendimiento. Sé que parece obvio, pero a mí me costó mucho entenderlo, necesité de la experimentación que fue influida intuitivamente, tal vez, por mis emociones. -Quería decir a mi favor, modestamente, que no he dejado estas carreras por incapacidad a la hora aprender: logré ser bueno en ellas. Pero después, solo quedaba vacío y sin motivación, a  diferencia de muchas cosas que hice, digámoslo feamente -como este adverbio-, por gusto, o placer. Y que ahora intento hacer con constancia, dejando ser y aceptando con gracia -y algo de sospecha- el resultado. No ha sido fácil, como te dije, enfrentarse a esa tenebrosa "nada" y empezar a formar un nuevo camino: el mío. Nada fácil y cero cómodo (si mi intención es moverme a través de él), ya que no son muchos (y la soledad así como puede ser un maestro, también es fatiga), o están bien escondidos, los que podrían hacerte compañía en esta elección.

Ya no hay cariño ni besos en la mañana. No. Yo no sé. No sé cómo entregarme. Cómo extraño darte caricias, estar a tu servicio. Cansado de mi inestable virilidad podría buscarla en otro lado. Cansado, sí. Sufro de cansancio constante, quién lo diría.

 
 

1 comentario:

  1. El universo es magnificente y desconocido, sólo hemos visto de él un pequeño átomo y, queremos pintarlo, esculpirlo, escribirlo, adaptarlo a nuestra mirada, al tacto, al olfato, al oído ¿Cómo haremos para lograr esto si ya, hace mucho tiempo que, otros, le pusieron precio? ¿Cómo haremos si a cada momento nos miramos en los próximos y no nos reconocemos? ¿Cómo haremos para reconocer nuestros propios pasos sin que ello signifique culpar a los demás? ¿Cómo haremos para no tener, simplemente, miedo de ser en una sociedad que se organizó o se desorganizó hace tanto tiempo? ¿Cómo haremos, hermano?
    Adrián.

    ResponderEliminar