viernes, 25 de diciembre de 2015

Del cielo al infierno

Desnudos en la misma cama él le lee poemas que tratan de cómo una mujer puede ser tan elevada como un muro que llega hasta el cielo y el infierno. Ella escucha mientras humedece los labios. Él la mira y ella le guiña un ojo. Lo incita a que la escale de abajo hacia arriba,  del cielo (que es el otro infierno) al infierno (que es el otro cielo). Él se sonroja y sigue leyendo. Tiene que llegar al punto final.  Pero cada vez siente más y más que ella está más arriba que él. Percibe que esa mujer es inalcanzable, interminable, inagotable, infinita. Cede y se lanza hacia ella y ella lo abraza con sus muslos. La mujer con el cabello esparcido en la almohada, el de él cayendo en una catarata lisa. ¡Trépame! Y él escala, uno ah, dos aah, tres aaah y salta y ella gime al sentir sus manos tocando su cuerpo. El hombre no cae al abismo porque los senos de la mujer lo sostienen. Logra atravesar ese muro, obstáculo, fuerza, mujer. Toma su ropa, se viste y se olvida de sus poemas. La mujer desnuda en la cama escucha los pasos de él y el choque de la puerta del auto que se va por la autopista, disolviéndose en el horizonte.