jueves, 24 de abril de 2014

En una cajita de madera

En una cajita de madera tengo guardado un secreto.
No lo conozco aún porque son las experiencias que no he vivido
y las que nunca viviré. 
En esa cajita cabe todo eso: todo lo que se le escapa a mis sentidos.
Allí están las cosas que habitan más allá de donde la vista llega,
atrás del límite de mi horizonte.

viernes, 18 de abril de 2014

Infancia, de J.M.Coetzee (fragmento)

Todas las camas de la casa están viejas y estropeadas, los muelles se hunden, crujen al menor movimiento. Él trata de quedarse tan quieto como puede, en la franja de luz de la ventana, consciente de su cuerpo acostado de lado, de sus puños apretados contra el pecho. En este silencio trata de imaginar su muerte. Se borra de todo: del colegio, de la casa, de su madre; trata de imaginarse los días siguiendo su curso sin él. Pero no puede. Siempre hay algo que se deja atrás, algo pequeño y negro, como una nuez, como una bellota que ha estado en el fuego, seca, cenicienta, dura, incapaz de crecer, pero que está allí. Puede imaginarse su propia muerte pero no puede imaginar su propia desaparición. Por más que lo intente, no puede aniquilar el último residuo de sí mismo.


lunes, 14 de abril de 2014

Semillas de luz

Recostado sobre una roca contempla el cielo y piensa en que alguna mano misteriosa fue la responsable de haber esparcido y sembrado las estrellas. Cree que sin ellas la humanidad ya hubiese perecido ante la hambruna espiritual. Levanta su dedo y empieza a unir los luceros con hilos imaginarios, como lo haría una araña. Encuentra infinidad de figuras. No sabe si alguien más en el mundo habrá visto las mismas, pero lo desea. Se detiene y recuerda que hay muchas de esas estrellas que ya murieron, pero que aún brillan. Que si una se apagara de repente, el hilo caería en el vacío y se mecería como un péndulo, a la espera de otra estrella para atarse. Sin darse cuenta está regando las estrellas con la transparencia y el fluir de su alma. 

jueves, 3 de abril de 2014

Vagabundos del Dharma (fragmento)

Después de todo, un hombre sin hogar tiene derecho a llorar, pues todas las cosas del mundo se levantan contra él. Kerouac