miércoles, 4 de noviembre de 2015

Retazos del primer regreso 2014-2015

I
Existe un fantasma del fracaso que cobija al pueblo, mantenido por aquellos que de alguna manera han salido, pero esa “salida” no es más que el sueño superficial del fracasado, por lo tanto ese que salió de aquella manera es un fracasado igual... ¿Por qué pensar que el colombiano es sinónimo de fracaso? ¿Por qué ese pensar que si otros vivieran acá sería mejor o encajarían con más armonía en este hermoso lugar? ¿Por qué esta tierra tan buena dada a gente tan mala? ¿Por qué pareciera que en vez de embellecer este lugar a su gente, esta gente se afea más y corrompe su entorno? Aquél que viene con ansias de cambio es tumbado al piso y pisoteado por la misma amargura de la que se ha aferrado, tal vez, ya ni sabemos cómo, a la inmovilidad, a esa tristeza aburridora de la quietud, a la angustia sin razón.

II
Siento dolor de no poder hacer un cambio o más bien de no querer. Sería mejor que se haga solo. ¿Por qué debería hacerlo yo? No siento ningún deseo de liderazgo o de ser un mesías. Me gustaría que en un posible regreso sintiera el deseo de quedarme. Pero no hago más que confirmar el horror que es vivir acá, no por el hermoso entorno sino por la gente. Pero yo vengo de acá, acá me crié. ¿Ser gente de acá es distinto a hacer sido gente de acá? Si no es así, entonces yo debo de estar horrorizado de una gran parte de mí, si toda esta gente es como yo. Si es distinto algo de alivio siento. Ya alcanzo a escuchar las voces que dicen: "¡Traidor! ¡Traidor! ¡Traidor!"

III
En Colombia, cuando la gente se da cuenta que en los países del norte o del sur existen las estaciones climáticas bien definidas y marcadas (primavera, verano, otoño e invierno), piensan que por eso debe ser que en este país nada cambia. Porque allá se quitan o ponen la muda según la estación: cambian. Pero que acá, al tener un clima más estable e invariable nosotros no cambiamos y podemos durar con una misma muda toda la vida, hasta con la misma pinta para el ataúd. Yo diría que sí. Pero, ¿no valdría la pena pensar que si nosotros viajáramos más fácil por nuestro territorio podríamos tener más mudas? Que en vez de que viniera la estación con sus bellas prendas nosotros fuéramos a esos olvidados armarios colombianos y buscáramos entre los nevados, las montañas, los desiertos, el mar, los páramos, esos inimaginables trajes; envidia, posiblemente, de los países del norte o del sur.

IV
Sé que las palabras que debo decir ahora deben o son importantes, para mí, aunque no sepa importantes para qué.

V
Cuando llegué, después de tres años de ausencia, sentía como si me hubiese dormido y ese periodo solo había sido un largo (¿O corto?) sueño. Luego me fui al caribe con mi familia. Ahí sentí que empezaba de nuevo a dormirme. Eso parece ser la vida: una consecución de sueños. Supongo que eso no es más que la pista para tomar vuelo y finalmente sobrevolar las nubes y las brasas. 

VI
Mirando el mar era un grano de arena más.

VII

Ahora, después de unos días de estar aquí, empiezo a sentir que me gusta este lugar. ¿Pero será un sentimiento temporal, sueño ingenuo después de una noche agradable? La vida, la vida, no es más que una consecución de escenas y capítulos de los que queremos despertar, pero no hay remedio, y siempre llega otro y otro y otro hasta que morimos.

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