domingo, 15 de diciembre de 2013

Dormimos en el día y despertamos en la noche; pensar y sentir están disociados; el recuerdo aunque esté lejano lo sentimos próximo; cuando hay silencio no podemos soportarlo y lo arruinamos con nuestro ruido; cuando hay tiempo seguimos presurosos; tenemos pensamientos tartamudos; pronunciamos confusas palabras como rocas caídas al abismo interminable ¿será así hasta el final? ¿En el último instante de vida -la muerte- seguiremos siendo así o por fin nos encontraremos al unísono? Que este anhelo de silencio sea solo el puntillo, que la obra no termine, mejor dicho, nunca empiece. Que creíste como un niño y luego mataste y descuartizaste a dios; que la tarea era volver a encontrar sus partes y reconstruirlo ¿qué hacer si no puedes volver a moldear a dios? ¿adónde llegar? Terrible sentimiento que rechina: el miedo a la nada, allí donde él calló y donde debes escucharlo. La incertidumbre que pesa, que hace pensar que, tal vez, somos sordos.

"Camille Monet en su lecho de muerte", de Claude Monet

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