lunes, 12 de mayo de 2014

La extinción del Bababuy

 Una de las cosas que más me entristecen tras parar y sentarme en la plaza, con la mirada sumida en las montañas, es que no escucho al Bababuy.

 El Bababuy, en las mañanas húmedas y frías cuando subía la montaña era mi compañero y quien aplacaba mis penas. Con su aleteo invisible apartaba las cortinas de neblina frente a mí y me guiaba por el camino destapado bordeado por las piedras y sus reinos en miniatura entre el musgo y el liquen que las cubren, los potreros y las vacas con sus terneros sedientos, los arbustos despelucados con los nidos de innumerables palitos en su interior, los árboles con la frescura del viento en sus copas y los capullos que esperan para florecer mientras los insectos trabajadores marchan. Luego, sin descanso, el Bababuy continuaba su tarea arrastrando las nubes con su pico invisible para descubrir el sol y los matices azules del cielo donde empezaban a volar con júbilo sus primos.

 Trabajaba para dar a luz al nuevo día. El nacimiento era sagrado porque todo esto se daba en armonioso silencio. Pareciera que no hubiera individuo allí que estuviera solo; todo era uno y uno era todo bajo la sombra invisible del Bababuy. Todos renacíamos con dignidad. 

Nunca vi al Bababuy, pues era un pájaro invisible. Mas no era imaginario, ya que siempre lo oí. Ahora quiero pensar que era la única ave que había logrado evolucionar, perdiendo toda corporeidad, a su forma esencial: el canto. 

Era sin duda el rey de la montaña. Y era esta condición de no haberlo visto nunca, ya sea por lo que dije anteriormente o por su modestia, timidez o miedo, más el desconocimiento mío, el que me daba la alegre libertad de subir su rango a dios de la montaña. 

Pero el Bababuy ya no está. ¿Será que al abandonarlo desapareció su canto? ¿Que no era evolución sino la lenta agonía, la extinción del Bababuy?

Miro las montañas y rasguño la madera del asiento con rabia. Y lloro, lloro mucho porque sé que si empiezo a subir la pendiente... moriré. 

Pero dígame ¿quién quiere vivir sin la compañía del Bababuy?

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