viernes, 11 de mayo de 2012

EL MESÍAS DE LA PEREZA


(Si es posible les recomiendo leerlo escuchando esta canción: http://grooveshark.com/#/s/Cattle+Call/2SCLHJ?src=5. O si no, con cualquier canción de música country compadre).

Aquí llegué. Música country escucho mientras reposo mi rostro sobre la mesa mirando al exterior por la ventana, con la piyama amarilla por el sudor de  semanas, el mal aliento de burro y la pecueca de vísceras fermentadas. ¡Ay! Violines de esta música, me traen a la memoria recuerdos de Tortilla flat y sus galones de vino; como quisiera un vino ahorita, pero mis brazos pesan como martillos y esas malditas mosquitas… Si tan sólo tuviera alientos para espicharlas contra la ventana como las otras que reposan aun ahí. Calma, calma, me dijo la señora pasando por la calle mientras bostezaba.

 Las manecillas del reloj apuestan carreras, bobas, ninguna ganará; en vez de estar allí tan apresuradas, deberían de estar aquí a mi lado, sin tanta prisa y energía alocada; vengan manecillas, escuchemos música country, vengan y descansen. No iré por vosotras, la pereza no me deja. Dejad de acosarme por ir a trabajar, siempre tan metido yo en sus días, porque no vienen ahora ustedes a mi día, es más tranquilo y mal oliente, además gozaran de plenitud. No se los digo como político encorbatado, se los digo como un hombre vago, si es que dentro de ese espacio aguantan mi mal olor. Venid a mis días que ondulan bajo, escuetos. No Corráis, eso acabará las baterías, consérvenlas y venid a acariciar los sueños mientras damos la bienvenida a la pereza. Malos aquellos que la juzgaron, ella le regala a nuestros rostros tardes bajo un sombrero de paja. Ríndanse, fuera el conteo, dejen abajo sus tornillos, pongan las manos en la nuca y descansen junto a mí. Dejen los segundos, los minutos y las horas, ellos verán, tal vez luego se nos unan. Si queréis, yo sacaré mi guitarra y arrullaré, acompasado, hasta que mis manos se olviden de tocar y las brisas nos acaricien, señoras manecillas. Y si llueve, prenderemos chimenea y con nuestras ruanas, caeremos en letargo, viendo las llamas del fuego, que poco a poco se esconderán bajo la brasa a descansar también. Venid, la música esta buena, vengan manecillas, dejen de trabajar y sientan el arrullo de la mamá pereza.

Mi gata, mi gata ronronea y sigue mis sabios consejos, los consejos del mesías de la pereza. Riamos con parsimonia, ella es una buena compañera para momentos como este, sí ¿verdad que si gatita?, tú si sabes.
 Sus malas y duras caras, señores ejecutivos, son sólo la envidia que despierto en ustedes, pero yo: el mesías de la pereza, soy compasivo y os invito a mi casa, venid, junto a las manecillas, mi gatica y nuestras pulgas, venid y si pueden: ¡traed galones de vino! Y esto se pondrá bueno, al ritmo del country.

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