miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pueblo

Es el gran soplido como de un dios que barre a las hojas caídas, suenan como cascabeles de desahogo.
Y cálido es el día. Resuena el salto de las voces inocentes y, rugidos de calma de los ancianos. El paso entre paso de los jóvenes que se encuentran y se besan unos con otros.

Los del campo vienen, migran al pueblo y los de la ciudad: se exilian en el campo.
El pueblo es el puente; y en él, como un bardo que usa su flauta como pluma para escribir, en la memoria de hojas silvestres, me encuentro yo.

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